El senador Leahy

Este artículo fue publicado originalmente en La Línea del Medio el 25 de mayo, 2019

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El reportaje del New York Times (NYT) sobre la estrategia militar colombiana causó revuelo, no solo por su contenido, sino también por las reacciones que generó, algunas de ellas con implicaciones diplomáticas que más temprano que tarde el Gobierno tendrá que atender.

A pesar de las intenciones de la senadora María Fernanda Cabal de defender al Gobierno de las críticas en el reportaje del NYT, ella generó un impase innecesario con el legislador estadounidense más veterano del Senado y miembro clave para la ayuda que recibe Colombia. 

Las acusaciones de la senadora Cabal de que el autor del reportaje del NYT trabaja para las FARC motivó que el senador demócrata de Estados Unidos Patrick Leahy coloque dos trinos el pasado martes 20 de mayo.

Los trinos del senador Leahy piden al Presidente Duque que “demande pruebas a la Senadora (Cabal) que sustenten sus acusaciones hechas sin fundamento contra el periodista del NYT y, si las pruebas no llegan, que el Presidente Duque lo condene públicamente, ya que la libertad de prensa es vital en una sociedad democrática y es responsabilidad del gobierno defenderla”.

Es difícil creer que los trinos de un veterano de la política en Washington sean reaccionarios, peor aún improvisados. Al contrario, Leahy ha seguido de cerca, por largo tiempo, los costos y beneficios de la ayuda de Estados Unidos para Colombia.

Leahy es el más veterano del Senado estadounidense, institución donde los años de servicio pesan muchísimo en las negociaciones. Es respetado y escuchado tanto por republicanos y demócratas. Es miembro del Comité Judicial, el cual está en el ojo del huracán de las discusiones sobre el Presidente Trump y su supuesta obstrucción a la justicia. También es el miembro de mayor rango del Subcomité de Apropiaciones, del cual ha sido presidente en años anteriores, donde se discute y aprueba cada año la cooperación de ayuda para Colombia.

La senadora Cabal pudo haber respondido de un sin número de formas a los trinos del senador estadounidense, pero, lamentablemente para el Gobierno colombiano, optó por adornar al senador Leahy tildándolo de fascista, falso y ridículo. Declaró que “con el Senador Leahy a la cabeza, los demócratas de Estados Unidos actúan de la misma forma que la izquierda liberal y comunista colombiana”.

No contenta con eso, también esbozó la conjura “macabra” bajo la cual supuestamente operan desde Washington en contra de la institucionalidad colombiana. “Todo esto es organizado y planificado” declaró, desde un triángulo pernicioso formado por oenegés,  senadores demócratas del Congreso estadounidense y periodistas que fabrican pasquines contra las instituciones del Estado.

El senador Leahy es el artífice de la “Ley Leahy”, ley norteamericana que restringe la ayuda a fuerzas armadas foráneas cuando cometen violaciones de derechos humanos. Esto afectó a Colombia en varias ocasiones, como en el año 2000 cuando el Senador Leahy le puso freno al pedido de Bill Clinton para el paquete de ayuda del Plan Colombia y lo obligó a usar competencias extraordinarias, anular algunas de las condiciones de la Ley Leahy y así poder aprobar los recursos para dicho plan.

A través de los años, a Leahy lo han visitado presidentes, fiscales y congresistas colombianos. En el 2007, cuando el ex Presidente Uribe visitó Washington, George W. Bush le pidió que hablara con Leahy, quien le recordó a Uribe que lo había apoyado durante años y que continuaría apoyándolo, pero con condiciones: “Ha hecho muchas cosas buenas para su país” declaró, “pero eso no significa que yo esté de acuerdo con todo lo que dice o hace”.

La senadora Cabal, o no sabe quién es el Senador Leahy, o le disgusta su apoyo frontal a los acuerdos de paz.  

Leahy entiende claramente las complejidades detrás del acuerdo y las divisiones que se abrieron en el país a raíz del mismo. Después del resultado del plebiscito del 2016, Leahy resaltó públicamente que “cualquier acuerdo de paz requiere compromisos dolorosos, particularmente cuando ambas partes son responsables de numerosas atrocidades contra civiles” y añadió: “a pesar de la votación, no hay vuelta atrás”. 

La senadora Cabal también declaró que ella no puede dejar que le den órdenes del extranjero. No faltaba más, un legislador de un país soberano no puede aceptar imposiciones del extranjero. Sin embargo, la senadora no aplicó ese principio cuando congresistas denunciaron la intromisión del Embajador Whitaker para que aceptaran las objeciones a la JEP. 

Hay que mencionar también que  a la Senadora Cabal no la dejaron sola. A su defensa salió Mario Diaz-Balart, Representante del distrito 25 de la Florida, área que comprende los suburbios del oeste de Miami hasta el este de Naples, donde habita una comunidad significativa de colombianos.

El 22 de mayo, la senadora Cabal optó por enviar una carta formal al Senador Leahy, en tono mucho más respetuoso, aduciendo que lo único que hizo fue ejercer su derecho a la libre expresión y criticar la veracidad del reportaje del NYT. Advirtió que en un Estado donde hay separación de poderes, el Ejecutivo no puede llamar la atención a un legislador. 

En la entrevista que dió en La FM, Diaz-Balart dijo que el “único falso positivo es el reportaje del NYT” y que “parecía haber estado escrito por las FARC”. Aseveró que en EUA ya nadie cree en el NYT porque acostumbran a producir falsos positivos en lugar de periodismo serio. Como lo habíamos comentado en otro artículo (La paz en la política electoral de Estados Unidos), los políticos republicanos de la Florida ven a Venezuela y Colombia a través de la lupa electoral. Ellos tienen incentivos para convertirse en los artífices del  triunfo de Trump en las elecciones del 2020.

Vale recordar que el apoyo a Colombia se cultiva en el Capitolio, el cual tiene historia de ser bipartidista y muchas veces une a legisladores con opiniones antípodas. Es una especie de alivio en medio de diatribas. La diplomacia efectiva se hace con Washington, no con Miami.

El Presidente Duque conoce muy bien cómo se mueven los hilos en Washington y, seguramente, no dejará desatendido este percance. A pesar de que no lo digan en público, sin duda, la Cancillería colombiana hará sonar el teléfono de las oficinas del Senador Leahy. Por lo menos, eso es lo mínimo que se espera. La Línea del Medio contactó a las oficinas del Senador Leahy y hasta el día de hoy, no han recibido llamada alguna desde Bogotá. 

Luis Ortiz, @LuisOrtizDC, es co-fundador de Voces, un podcast sobre política latinoamericana, con el auspicio de la Escuela McCourt de Políticas Públicas de la Universidad de Georgetown.

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